¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre: aunque es de noche!
Se
encuentra fray Juan de la Cruz en Toledo. Año 1578. Tiene 36 años. Por su amor
a la verdad, su integridad y coherencia, sus antiguos compañeros de Orden lo
han metido en la cárcel conventual, un angosto espacio sin apenas luz. Allí
pasa horas, días, meses, expuesto a comentarios hirientes y a unas condiciones
de higiene y alimentación deplorables.
Sorprendentemente,
nada de esto acalla la música que le mana sin cesar, nada apaga la luz que
lleva escondida en sus adentros, y allí, en la cárcel, tiene lugar uno de los
momentos culminantes de su creación poética, allí le brotan a borbotones
canciones de amor.
En
las largas horas de la noche escucha los sonidos de las aguas del Tajo, se le
despiertan los manantiales que lleva dentro.
Así
surge La Fonte, poema de gran belleza. Le gusta esto de Fonte, le recuerda a su
pueblo Fontiveros, le recuerda el amor de su Amado que nunca deja de amar.
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