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sábado, 8 de abril de 2017

Nuestro Carisma


CARISMA DE LAS CARMELITAS DESCALZAS


Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen
 somos llamadas a la oración y contemplación.
 (Santa Teresa de Jesús).

Quiere decir Santa Teresa con ésto que nuestra vocación es “estar frente al rostro de Dios vivo” (Sta. Teresa Benedicta de la Cruz – Edith Stein). La regla primitiva dice que cada uno permanezca en su celda… meditando día y noche en la ley del Señor y velando en oración. Meditar la ley del Señor es contemplar al mismo Cristo, plenitud de la Revelación, para asemejarnos a Él ya que nos ha dado ejemplo con su vida de cómo debemos vivir nosotros. Por eso quien ingrese en el Carmelo tiene que entregarse totalmente al Señor. Sólo la que valore su lugar en el coro frente al Sagrario más que todas las glorias del mundo puede vivir aquí; y aquí encontrará una felicidad como no la puede dar ninguna gloria del mundo (Sta. Edith Stein).

Esta entrega absoluta convierte a la carmelita en esposa de Cristo que define la Beata Isabel de la Trinidad: “Ser esposa de Cristo es entregarse como Él se entregó; ser inmolada como Él, por Él y para Él. Es ser fecunda corredentora, engendrar almas a la gracia, multiplicar los hijos adoptivos del Padre, los recatados por Cristo, los coherederos de su gloria”.

Nuestra misión como carmelitas es la de formar obreros evangélicos que salven a millones de almas, cuyas madres seremos nosotras… Una carmelita que no fuese apóstol, se apartaría del fin de su vocación y dejaría de ser hija de la seráfica Santa Teresa, la cual deseaba dar mil vidas por salvar una sola alma (Sta. Teresita del Niño Jesús).


Como a nuestro segundo padre y guía veneramos al primero de los carmelitas descalzos de la reforma, San Juan de la Cruz. En él encontramos el espíritu primitivo en su forma más pura. Al despertar de su conciencia se sintió atraído a la penitencia, a la soledad, al abandono de todo lo terreno y a la unión con Dios. El fue quien formó, junto con Santa Teresa, a la primera generación de los carmelitas y las carmelitas descalzas y, a través de sus escritos, nos enseña también a nosotros la “Subida del Monte Carmelo”.

En camino hacia la Pascua con Santa Edith Stein













✞ En camino hacia la Pascua con Edith Stein 


La Cuaresma es un nuevo comienzo, es un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección. 

En este sentido, Edith la podríamos definir y así se la conoce, como buscadora de la Verdad, ya que desde muy temprana edad, percibió una fuerte necesidad de encontrar aquello que realmente diera sentido a su vida y a la de todo ser humano.

En Edith, vemos un itinerario marcado por la sinceridad de planteamientos, la honestidad intelectual, una capacidad de introspección y análisis de la persona impresionantes, una apertura vital, imprescindible y necesaria para dejarse conmover y afectar por las personas y los acontecimientos.

El camino de la cuaresma constituye una fuerte llamada a la conversión, a volver a Dios de todo corazón, a no contentarse con una vida mediocre, a crecer en amistad con Dios.

Particularmente luminosas resultan estas palabras de Edith al respecto: “Dios quiere dejarse encontrar por quienes le buscan. Por principio, quiere que se le busque, creer es ya un encontrar y corresponde a un dejarse-encontrar; no solo en el sentido de que Dios nos dice algo sobre sí a través de su Palabra, sino que Él mismo se deja encontrar mediante ella.” (Caminos del conocimiento de Dios).

Edith buscaba siempre caminos nuevos que le permitiesen aspirar a una mayor comunión con los seres humanos, pensaba cómo podía servir mejor a la sociedad, se empleaba en formarse no solo para un enriquecimiento personal, sino para ser don para los demás.

Es una invitación que nos hace Edith Stein y que cada uno de nosotros hemos de descubrir en nuestro particular entorno: A cada cual Dios lleva por su propio camino, y uno llega más fácil y más rápido a la meta que el otro, lo que nosotros podemos hacer, en relación a lo que se nos da, es realmente poco. Pero debemos hacer ese poco. 

Quien procede así y persevera pacientemente, ese tal no deberá decir que sus esfuerzos son inútiles. Únicamente, no se debe poner plazo alguno al Señor.

Dice Edith a una de sus alumnas: “No eres tú sola la que cometes todos los días muchas faltas; todos las cometemos. Pero el Señor es paciente y rico en misericordia. En su Providencia también puede sacar provecho de nuestras faltas, si se las ponemos delante del altar” (Carta a Anneliese Lichtenberger. Breslau, 17 de agosto de 1931).

Acertadamente afirmará Edith: “El recuerdo de nuestros pecados es solamente bueno si está ligado en el pensamiento de la misericordia de Dios” (Resumen Ejercicios Espirituales, 3-11 septiembre de 1941). Nos da la clave, que no es otra que la confianza en la misericordia de Dios; es lo único que nos puede ayudar a vivir y atravesar las situaciones de pecado en las que todos caemos, y que no hacen sino acrisolar, purificar nuestro amor a Dios y a los hermanos.

“La luz se extingue en la oscuridad del Viernes Santo, pero se eleva esplendorosa como el sol de la gracia en la mañana de la Resurrección, ese fue el camino del Hijo de Dios hecho carne. Alcanzar con el Hijo del Hombre la gloria de la resurrección a través del sufrimiento y de la muerte es el camino para cada uno de nosotros y para toda la humanidad”.

 “Queridas Hermanas, que el Señor nos conceda vivir una intensa Semana Santa que nos lleve a gozar plenamente el triunfo de la Vida y de la Luz que es Jesucristo” 



miércoles, 5 de abril de 2017

Teresa de Jesús en el Domingo de Ramos


Teresa de Jesús en el Domingo de Ramos



Procuraba aparejar mi alma para hospedar al Señor:

“El día de Ramos, acabando de comulgar, quedé con gran suspensión, de manera que aún no podía pasar la Forma, y teniéndomela en la boca verdaderamente me pareció, cuando torné un poco en mí, que toda la boca se me había henchido de sangre; y parecíame estar también el rostro y toda yo cubierta de ella, como que entonces acabara de derramarla el Señor.

«Hija, yo quiero que mi sangre te aproveche, y no hayas miedo que te falte mi misericordia; Yo la derramé con muchos dolores, y gózasla tú con tan gran deleite como ves; bien te pago el convite que me hacías este día».

Esto dijo porque a más de treinta años que yo comulgaba este día, si podía, y procuraba aparejar mi alma para hospedar al Señor; porque me parecía mucha la crueldad que hicieron los judíos, después de tan gran recibimiento, dejarle ir a comer tan lejos, y hacía yo cuenta de que se quedase conmigo, y harto en mala posada, según ahora veo; y así hacía unas consideraciones bobas y debíalas admitir el Señor; porque ésta es de las visiones que yo tengo por muy ciertas, y así para la comunión me ha quedado aprovechamiento.

Antes de esto había estado, creo tres días, con aquella gran pena que traigo más unas veces que otras, de que estoy ausente de Dios, y estos días había sido bien grande, que parecía no lo podía sufrir; y habiendo estado así harto fatigada, vi que era tarde para hacer colación y no podía y, a causa de los vómitos, háceme mucha flaqueza no la hacer un rato antes, y así con harta fuerza puse el pan delante para hacérmela para comerlo, y luego se me representó allí Cristo, y parecíame que me partía del pan y me lo iba a poner en la boca, y díjome:

«Come, hija, y pasa como pudieres; pésame de lo que padeces, mas esto te conviene ahora».

Quedé quitada aquella pena y consolada, porque verdaderamente me pareció se estaba conmigo, y todo otro día, y con esto se satisface el deseo por entonces. Esto decir «pésame» me hizo reparar, porque ya no me parece puede tener pena de nada” (Santa Teresa, Relación 26).


Así vivía Teresa de Jesús este día:


“Ha más de treinta años que yo comulga­ba este día de domingo de Ramos, si podía, y procuraba aparejar mi alma para hos­pedar al Señor; porque me parecía mucha la crueldad que hicieron los judíos, después de tan gran recibimiento, dejarle ir a comer tan lejos, y hacía yo cuenta de que se quedase con­migo, y harto en mala posada, según ahora veo; y así hacía unas consideraciones bobas y debíalas admitir el Señor” (Santa Teresa, Relación 26, 1).


Domingo de Ramos es un buen día para acompañar a Jesús. Mirarlo de cerca nos puede ayudar a mirarnos de cerca, a descubrir lo frágil e incoherente que es a menudo nuestra vida, lo necesitados que estamos de que el misterio de Jesús nos mire y recree nuestro corazón.  



Tomado de: http://cipecar.org/es/c/?iddoc=6032

Mi Amado es para Mí ✞ Espiritualidad Carmelita



El camino que el Señor nos muestra en el paso por la CUARESMA






Preparando la Cuaresma con San Juan de la Cruz


PREPARANDO LA CUARESMA CON SAN JUAN DE LA CRUZ




"Cayendo el alma en la cuenta de lo que está obligada a hacer, viendo que la vida es breve , la senda de la vida eterna estrecha ; que el justo apenas se salva, que las cosas del mundo son vanas y engañosas , que todo se acaba y falta, como el agua que corre;...tocada ella de dolor y pavor interior de corazón sobre tanta perdición y peligro, renunciando todas las cosas, dando de mano a todo negocio, sin dilatar un día ni una hora, con ansia y gemido salido del corazón, herida ya del amor de Dios, comienza a invocar a su Amado, y dice: "Adónde te escondiste... Salí tras Ti clamando y eras ido..." (Cántico Espiritual, San Juan de la Cruz).