MONSEÑOR LUIS ALBERTO LUNA TOBAR
1923 - 2017
“Quiteño de nacimiento, Cuencano de corazón y sacerdote de Vocación” |
Monseñor
Luis Alberto Luna Tobar, arzobispo Emérito de Cuenca, falleció a los 93 años en
su habitación privada de La Armenia, en el valle de Los Chillos, tras un
progresivo deterioro de su salud.
Quiteño,
nacido el 15 de Diciembre de 1923. Hijo del abogado conservador, Moisés Luna
Andrade y de doña Ana María Tobar Donoso. Séptimo de un hogar de 13 hermanos.
Para entonces gobernaba el país el liberal José Luis Tamayo. Durante este
régimen, un año antes se había producido la masacre obrera del 15 de noviembre
de 1922 y dos años después, en la administración de Gonzalo Córdova Rivera se
sublevan pacíficamente los militares jóvenes y escenifican la Revolución
Juliana de 1925, que cambia la institucionalidad financiera y monetaria del
país.
1.-Temprana vocación
sacerdotal
Antes
de cumplir 15 años pone a prueba su vocación religiosa al viajar a España, en
plena Guerra Civil, donde el franquismo hacía de las suyas y el futuro “Cura
Luna” hizo de camillero para transportar a los muertos y heridos que dejaba la
falange.
Luis
Alberto Luna Tobar de 13 años de edad junto a sus hermanos y primos días antes
de viajar a España para realizar sus estudios y convertirse en sacerdote.
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Con
ese entorno de por medio se interna en la Orden
de los Carmelitas Descalzos de Burgos. Tras exigentes estudios de
Filosofía, Teología y otras disciplinas eclesiásticas es ordenado Sacerdote en
la Cartuja de Miraflores de Burgos, el 25 de julio de 1946, con apenas 22 años
de edad.
Con
los hábitos Carmelitas regresa a Quito y su alegría se transforme en dolor y
tristeza, pues su padre había fallecido 3 años antes. Superado el impacto y
aceptando la realidad celebra la primera misa en su patria, en la iglesia de
Santa Teresita, en La Mariscal, que para entonces era un sector residencial
exclusivo de la ciudad.
Luis
Alberto Luna Tobar en el año 1947 cuando se recibió de sacerdote en Burgos
(España) junto a sus padrinos.
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En
esta parroquia del centro norte de la urbe, durante 22 años ejerció su
apostolado con gran suceso e influencia, hasta 1968. Se convirtió en el “cura
de moda”, confesó, comulgó, casó y fue consejero espiritual de la crema y nata
de la Capital. Al joven padre Luna le confiaron sus pecados y recibieron su
unción y absolución las familias más prominentes y los políticos más sonados de
la época.
2.-Un carmelita en
la Mitad del Mundo
De
vacaciones del ciclo escolar viaja al Oriente en compañía de amigos y
compañeros, y llega al campamento de Los Carmelitas en Sucumbíos. Ese es el
inicio de su vinculación con esta congregación religiosa que la cobijó toda su
vida y le abrió las puertas para servir desde su religiosidad y humanidad a sus
semejantes.
En
1938 llega a Burgos y al año siguiente es parte de Los Carmelitas Descalzos y
se entrega a los estudios y formación sacerdotal, hasta el 25 de julio de 1946,
cuando celebra su primera eucaristía en La Cartuja de Miraflores de Burgos.
Meses después vuelve a su tierra y le confían la Parroquia Mariscal Sucre y su
iglesia Santa Teresita.
El
martes 15 de febrero celebró su última misa en la Catedral de Cuenca, donde
durante 19 años abogó por los más vulnerables y necesitados del austro y del
Ecuador. Al salir del templo no se despidió de su pueblo, porque sabía que
seguiría junto a él hasta su muerte, y que lo otro era una formalidad venida
desde arriba, no desde el cielo, sino de los poderes terrenales, por eso dijo
ese día a manera de confesión de no arrepentimiento, que cerca de dos décadas”
ha sonreído mucho, ha dado esperanza y reclamado por las mayorías”.
3.- Le
"jubilaron", pero no pudieron alejarlo de Dios y de su pueblo
En
Cuenca vivió con pulcritud y sin ostentaciones en una casa donada a la
Arquidiócesis, ante el deterioro de la antigua edificación. El martes 15 de
febrero del año 2000 salió de la Catedral, pero no abandonó el corazón de la
gente que durante dos décadas le escuchó, le compartió sus alegrías y tristezas
y le hizo parte de su familia.
4.- Fin de una vida
comprometida y vigencia de un legado
En septiembre de 2010, en contra de su
voluntad y de los cuencanos deja esa tierra y es trasladado a Quito a un asilo
de ancianos. Desde hace algunos años le agobiaba el alzhéimer, enfermedad
degenerativa que destruye la memoria y provoca un deterioro intelectual. Más
tarde es llevado a La Casa Sacerdotal Sagrado Corazón, en La Armenia, Conocoto.
Progresivamente pierde la lucidez y la percepción del tiempo y del espacio,
pero nunca se borró su sonrisa.
"Quien anda en Amor ni
cansa, ni se cansa"
San Juan de la Cruz
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