Santa Teresa de Jesús y la Amistad
“Orar es tratar de amistad con
quien sabemos nos ama,
estando muchas veces a solas tratando
con Él”
Una de las claves principales para
entrar en el universo teresiano es la amistad. La extremada capacidad de
relación de Teresa, su ingenio para crear la mejor complicidad y camaradería, para
comunicarse y recibir al otro, su capacidad de adaptación y de atención, hacen
de ella una mujer especialmente dotada para la amistad.
Teresa entendió algo que Juan de la
Cruz expresó muy bien: que hay que ir con todo a Dios, sin dejar nada de lo que
constituye como ser humano a la persona.
Un largo camino de amistades dibuja la
vida de Teresa pero, sobre todo, tuvo compañeros y compañeras espirituales con
quienes recorrió el camino de la mejor amistad.
Hay una experiencia que transforma
completamente a Teresa y la resitúa en su forma de vivir cada amistad: el
encuentro con Jesucristo.
Teresa de Jesús vivió a fondo la
amistad, con una amplitud e intensidad que le hacían tener sabiduría y
horizonte, el encuentro con Cristo la transforma sin deshacerla, orienta y
reenfoca todo en ella.
Como diría en sus Exclamaciones, de que
la amistad se disfruta más conforme aumentan los amigos: ¡Oh, amor poderoso de
Dios, cuán diferentes son tus efectos del amor del mundo! Este no quiere
compañía por parecerle que le han de quitar de lo que posee; el de mi Dios
mientras más amadores entiende que hay, más crece.
La amistad auténtica pide ser duradera,
pero la vida cotidiana demuestra lo complejo que es mantener vivas las
relaciones. Conservar la amistad es hacerla renacer continuamente, hacer que
crezca, porque, como dice Teresa, quien no crece, descrece.
La amistad pide nobleza y llaneza. Por
eso dirá Teresa al P. Ambrosio Mariano algo esencial: cuando hay cosa de
conciencia, no basta amistad, porque debo más a Dios que a nadie. Solo desde
ahí se puede sostener la amistad, desde la verdad de cada quien.
Igualmente, en la amistad se comparte
la pena y la alegría, e implica la camaradería, la búsqueda de bienes objetivos
que se comparten y de los que puede participar un grupo más amplio. Teresa no
se cansará de recordárselo a sus hermanas: todas juntas se ofrecen… todas
ocupadas en oración… darnos todas al Todo… todas hemos de procurar de ser
predicadoras de obras.
Cuando se trata de la amistad con Dios,
Teresa añade que la condición de Dios, ya se sabe que no puede tener falta. Su
condición es amar y, por eso, siempre que queremos tornar a su amistad, está
dispuesto, porque nunca se cansa de dar.
En
estos tiempos es menester amigos fuertes de Dios
(Santa Teresa de Jesús, Libro
de la Vida, 5-15)
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