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martes, 14 de febrero de 2017

Santa Teresa de Jesús y la Amistad

Santa Teresa de Jesús y la Amistad

“Orar es tratar de amistad con quien sabemos nos ama,
estando muchas veces a solas tratando con Él”



Una de las claves principales para entrar en el universo teresiano es la amistad. La extremada capacidad de relación de Teresa, su ingenio para crear la mejor complicidad y camaradería, para comunicarse y recibir al otro, su capacidad de adaptación y de atención, hacen de ella una mujer especialmente dotada para la amistad.

Teresa entendió algo que Juan de la Cruz expresó muy bien: que hay que ir con todo a Dios, sin dejar nada de lo que constituye como ser humano a la persona.

Un largo camino de amistades dibuja la vida de Teresa pero, sobre todo, tuvo compañeros y compañeras espirituales con quienes recorrió el camino de la mejor amistad.

Hay una experiencia que transforma completamente a Teresa y la resitúa en su forma de vivir cada amistad: el encuentro con Jesucristo.

Teresa de Jesús vivió a fondo la amistad, con una amplitud e intensidad que le hacían tener sabiduría y horizonte, el encuentro con Cristo la transforma sin deshacerla, orienta y reenfoca todo en ella.

Como diría en sus Exclamaciones, de que la amistad se disfruta más conforme aumentan los amigos: ¡Oh, amor poderoso de Dios, cuán diferentes son tus efectos del amor del mundo! Este no quiere compañía por parecerle que le han de quitar de lo que posee; el de mi Dios mientras más amadores entiende que hay, más crece.

La amistad auténtica pide ser duradera, pero la vida cotidiana demuestra lo complejo que es mantener vivas las relaciones. Conservar la amistad es hacerla renacer continuamente, hacer que crezca, porque, como dice Teresa, quien no crece, descrece.

La amistad pide nobleza y llaneza. Por eso dirá Teresa al P. Ambrosio Mariano algo esencial: cuando hay cosa de conciencia, no basta amistad, porque debo más a Dios que a nadie. Solo desde ahí se puede sostener la amistad, desde la verdad de cada quien.

Igualmente, en la amistad se comparte la pena y la alegría, e implica la camaradería, la búsqueda de bienes objetivos que se comparten y de los que puede participar un grupo más amplio. Teresa no se cansará de recordárselo a sus hermanas: todas juntas se ofrecen… todas ocupadas en oración… darnos todas al Todo… todas hemos de procurar de ser predicadoras de obras.

Cuando se trata de la amistad con Dios, Teresa añade que la condición de Dios, ya se sabe que no puede tener falta. Su condición es amar y, por eso, siempre que queremos tornar a su amistad, está dispuesto, porque nunca se cansa de dar.



 En estos tiempos es menester amigos fuertes de Dios 
(Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, 5-15)



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