✞ En
camino hacia la Pascua con Edith Stein ✞
La Cuaresma es un
nuevo comienzo, es un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de
Resurrección.
En este sentido, Edith
la podríamos definir y así se la conoce, como buscadora de la Verdad, ya que desde
muy temprana edad, percibió una fuerte necesidad de encontrar aquello que
realmente diera sentido a su vida y a la de todo ser humano.
En Edith, vemos un
itinerario marcado por la sinceridad de planteamientos, la honestidad
intelectual, una capacidad de introspección y análisis de la persona
impresionantes, una apertura vital, imprescindible y necesaria para dejarse
conmover y afectar por las personas y los acontecimientos.
El camino de la cuaresma
constituye una fuerte llamada a la conversión, a volver a Dios de todo corazón,
a no contentarse con una vida mediocre, a crecer en amistad con Dios.
Particularmente
luminosas resultan estas palabras de Edith al respecto:
“Dios quiere dejarse encontrar por quienes le buscan. Por principio, quiere que
se le busque, creer es ya un encontrar y corresponde a un dejarse-encontrar; no
solo en el sentido de que Dios nos dice algo sobre sí a través de su Palabra,
sino que Él mismo se deja encontrar mediante ella.” (Caminos
del conocimiento de Dios).
Edith buscaba siempre
caminos nuevos que le permitiesen aspirar a una mayor comunión con los seres
humanos, pensaba cómo podía servir mejor a la sociedad, se empleaba en formarse
no solo para un enriquecimiento personal, sino para ser don para los demás.
Es una invitación que
nos hace Edith Stein y que cada uno de nosotros hemos de descubrir en nuestro
particular entorno: A cada cual Dios lleva por su propio camino, y uno llega
más fácil y más rápido a la meta que el otro, lo que nosotros podemos hacer, en
relación a lo que se nos da, es realmente poco. Pero debemos hacer ese poco.
Dice Edith a una de
sus alumnas: “No eres tú sola la que cometes todos los días muchas faltas;
todos las cometemos. Pero el Señor es paciente y rico en misericordia. En su
Providencia también puede sacar provecho de nuestras faltas, si se las ponemos
delante del altar” (Carta a Anneliese Lichtenberger.
Breslau, 17 de agosto de 1931).
“La luz se extingue en
la oscuridad del Viernes Santo, pero se eleva esplendorosa como el sol de la
gracia en la mañana de la Resurrección, ese fue el camino del Hijo de Dios
hecho carne. Alcanzar con el Hijo del Hombre la gloria de la resurrección a
través del sufrimiento y de la muerte es el camino para cada uno de nosotros y
para toda la humanidad”.
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