Hoy se celebra la memoria de Beato Francisco María Palau
Nació
en Aytona (Lérida, España) el 29 de diciembre de 1811, de familia pobre pero
muy cristiana. En 1828 ingresó en el seminario de Lérida, donde estudió
filosofía y teología durante cuatro años.
En
1832 vistió el hábito de carmelita teresiano en Barcelona, donde profesó en
1833. Dos años después fue incendiado el convento donde él vivía. El 2 de abril
de 1836 fue ordenado sacerdote. Se entregó de lleno al apostolado y a la
oración.
A
pesar de las dificultades, su amor y servicio a la Iglesia lo llevan a fundar
en 1860 dos congregaciones religiosas: Hermanas Carmelitas Misioneras y
Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas, que encarnan su espíritu y hacen que
el Padre Palau aún hoy siga vivo en sus hijas.
La
espiritualidad
y personalidad
del Padre Palau se forjaron en la lucha, en una búsqueda larga y penosa que
abarcó casi toda su vida. La clave de
toda su vida espiritual y de su misión eclesial es el encuentro con Cristo vivo
en su Cuerpo Místico, en la Iglesia.
Sirve
a la Iglesia con los diferentes medios que su celo le sugiere: la predicación,
la catequesis organizada, los exorcismos, la pluma como escritor y periodista.
Los apostolados más variados encuentran su unidad en el ideal que los mueve:
amar y servir a la Iglesia en los pobres, los enfermos, los niños, los jóvenes,
las familias...
Dotado
por Dios con el don de profecía y milagros, tuvo que soportar varias denuncias
y juicios por las numerosas curaciones que hacía sin ser facultativo. En varias
ocasiones practicó los exorcismos con el más cumplido éxito.
Fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 24 de abril de 1988.
Su espiritualidad
La
espiritualidad y personalidad del Padre Palau se forja en la lucha, en una
búsqueda larga y penosa que abarca casi toda su vida. Lucha por la PAZ entre
hombres que se debaten en guerras fratricidas; por la VERDAD para desterrar la
ignorancia, causa de tantos desmanes; busca soluciones a los problemas de su tiempo
y se compromete radicalmente con su vocación de carmelita y sacerdote.
La clave de toda su
vida espiritual y de su misión eclesial es el encuentro con Cristo vivo en su
Cuerpo Místico, en la Iglesia.
Busca
la soledad más completa para dialogar con su "Amada". Por ella
también abandona la soledad y se lanza a la acción para servirla con los
diferentes medios que su celo le sugiere: la predicación, la catequesis
organizada, los exorcismos, la pluma como escritor y periodista. Los apostolados
más variados encuentran su unidad en el ideal que los mueve: AMAR Y SERVIR A LA
IGLESIA en los pobres, los enfermos, los niños, los jóvenes, las familias...
Su mensaje
- Que estemos siempre dispuestos a seguir a
Cristo aunque nos cueste.
- Que nos entreguemos con valentía y generosidad
al servicio de los hermanos.
- Que la soledad, la oración y el sacrificio
sean la fuente de nuestro apostolado.
- Que el amor a Cristo, a María y a la iglesia polaricen nuestra vida.
Oración
Oh
Dios, que por medio de tu Espíritu, enriqueciste al Beato Francisco,
presbítero, con el don insigne de la oración y de la caridad apostólica;
concédenos por su intercesión, que la amada Iglesia de Cristo, resplandeciente
con la belleza de María, la Virgen Madre, sea más eficazmente sacramento universal
de salvación. Amén.
Tomado de: http://vidas-santas.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario